En los últimos tiempos el tema de la sanidad pública se ha puesto en la diana por diferentes causas, la peor de todas es el tratamiento nefasto de los medios de comunicación que solo quieren víctimas medio reventadas, cuantas más mejor. Estoy a un paso de los sesenta y toda mi vida he oído decir que la sanidad está mal, yo ahora me tengo que ceñir a Osakidetza que a pesar de gozar de una buena fama también dispone de soplapolleces variadas que se arrastran desde tiempo inmemorial. Al igual que la sanidad del resto de autonomías también existe el problema de la rapidez de las consultas, claro que aquí hablamos de retrasos de semanas y por ahí fuera computan en meses y en años, todo gestionado por una equivalente chusma de impresentables. Hace ya mucho tiempo que le vi las orejas al lobo pero como todo quisqui me tengo que aguantar el percal porque no puedo permitirme pagar un robo descarado de atención privada y además en mi estado ningún seguro de mierda me acogería en sus listas.
Ser un paciente crónico con visitas médicas frecuentes durante años te da otra visión del sistema muy diferente de la que da la odiosa prensa y los asquerosos canales de televisión que consiguen que gente que no ha pisado un ambulatorio en su vida diga pestes del sistema sanitario. Como todas las organizaciones la sanidad está compuesta por personas y ya sabemos que el ser humano trae de serie la capacidad de meter la pata, en este asunto de forma demoledora. Los que gestionan el sarao saben de medicina y de atención al paciente lo que yo de física cuántica aplicada al tránsito de autobuses por los agujeros negros, además el estilo habitual de gobierno de todos los partidos no es apoyar a todos los ciudadanos sino joder al que no les vota a pesar de los daños colaterales. Sin embargo no nos quedemos ahí, los currantes tampoco son las hadas madrinas que salen en las encuestas, se les valora mejor porque dan la cara pero veremos que muchas veces merecen un par de tortas.
En mi tránsito por la atención médica he vivido multitud de interconsultas, médicos de una especialidad que te dan cita para otra, y siempre me encontraba con el mismo ambiente de caretos enfurruñados que mostraban enfado seguido de la preguntita de marras: ¿quién te ha mandado aquí?. No dejaba de sorprenderme hasta que un día Mikel un médico buen amigo mío que me atiende desde hace veinte años me advirtió que no hay colaboración entre especialidades médicas en el hospital es decir, cada una va a su rollo y como si dinamitan las otras. Ellos a su puta bola y que no les toquen los cojones, yo ya me había dado cuenta de que cada una funciona de distinta forma en el tema burocrático y me llamaba mucho la atención.
Otra cosa que me saca de quicio son los corrillos, es muy habitual en la recepción del ambulatorio que tiene cuatro ventanillas que solamente funcione una mientras que los operarios de las otras tres estén de risas en una mesa apartada del mostrador. Las colas de pacientes son kilométricas pero no les preocupa un pijo, luego cuando les da por atender a alguien todo son sonrisas y buen rollito pero en la última hora solo han currado cinco minutos. Esto también es muy habitual en los controles de habitaciones del hospital y en los mostradores de información y citas. También tenemos las tertulias de médicos en los pasillos fuera de sus consultas mientras los pacientes los miran flipados desde sus asientos de las áreas de espera.
Continuas obras y cambios de ubicación de secciones son muy habituales, todo depende de por donde le de el aire al que manda. A veces te instalan equipamientos de lujo asiático y luego cuando cambia la dirección les da por el zen monástico y te plantan instalaciones minimalistas hasta en los grifos. La sección de neurología de cuando me diagnosticaron la esclerosis no tiene nada que ver con lo que es ahora y no ha sido por renovación sino por cambiar de sitio el mobiliario y suprimir departamentos. En Donosti antiguamente al hospital se le llamaba Ciudad Sanitaria porque era una especie de barrio compuesto por varios hospitales que funcionaban cada uno a su pedo, hoy en día están conectados entre si y es un curioso edificio de varios estilos a la vez, todavía hay zonas que precisan de una renovación urgente.
Osakidetza tiene un problema de corporativismo bastante gordo que funciona de puta madre, huelgas continuas por sectores. Primero las enfermeras, luego cuando consiguen lo suyo vienen los conductores de ambulancias seguidos cuando triunfan por el personal de limpieza o por los médicos, así todos los departamentos, el resultado es el conflicto permanente y la decoración perenne de pancartas en las instalaciones dando por culo a los pacientes. No se juntan entre ellos ni para tomar cervezas, cada grupo a lo suyo y todos pretenden reforzar su posición de intocables. Siempre he pensado que todos los sindicatos sanitarios se lo deberían de mirar, no se si son organizaciones sociales o cuadrillas de amiguetes. De todas maneras aquí en la sociedad funciona todo igual destacando el sector sindical sobre todo en el variado empleo público que bate récords convocando huelgas que solo buscan apuntalar privilegios.
Tras estas pequeñas puntualizaciones, no son las únicas precisamente porque si hablamos de favoritismos y coladeros de amiguetes para acelerar procesos médicos llenamos un tomo del Larousse, cabe indicar que los afortunados luego te lo venden muy bien. Enhorabuena a los curritos sanitarios con su estrategia de sonrisas profiden y discursitos de peloteo tras tocarse los cojones con los pacientes que se van a su casa encantados con la atención recibida aunque no les hayan dado ninguna solución a lo suyo. Existe un doble rasero de espanto en el personal sanitario, luego te dicen que lo pasan fatal con toda su cara de cemento. Veremos lo que pasa en el próximo decenio donde se va a jubilar buena parte del personal pedigüeño hasta las trancas.
Yo no me quejo del trato que me han dado estos años y he visto con agrado la enorme reducción de la burocracia que ha traído la informatización. No soy tonto, he detectado en este trayecto unas cuantas peinetas invisibles al salir de consultas mientras me dirigía a la salida. Días malos tenemos todos pero como pilles a un médico de mala gaita al pasar consulta tienes más peligro que si intentas acariciar a un tiranosaurio en el jardín. Desde luego me siento afortunado de sobrevivir en una sociedad que valora el dinero como un Dios y que condena a la mierda absoluta a quien no produce beneficio. Visto lo visto también citaré que los pacientes tampoco somos los teletubbies pero eso se quedará para otro post.
Es de sobra conocido que cualquier organización o empresa con
personal variado es un nido de cuervos donde los picotazos están a
la orden del día. Da igual las reglas que tengan e incluso en sitios
donde se exige disciplina se machacan los huevos por igual.
No os toméis esto como un panfleto crítico para poner a caldo la
atención pública. Yo estoy atendido estupendamente y muy contento
con el servicio que me dan pero como a cualquier hijo de vecino hay
detalles que me rayan. Nadie es perfecto.
Es evidente que no solo la política destroza el sistema sanitario, hay
que poner en el punto de mira a toda su nómina laboral porque vaya
tela con algunos simpáticos empleados.
Para terminar iré con la animación que hoy os la pongo un poco
extensa y si sois como yo que no tenéis ni zorra idea de inglés
os aconsejo poner subtítulos. El corto es una delicia.
(Pulsar aquí para ver "Oma's Quilt")
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