Ya estoy de nuevo metido en fregados personales y haciendo reorganizaciones de cosas, en mi vida siempre ha sido tradicional la “indexación de archivos” y muchas veces he sido terrible con las limpiezas. Somos de acumular y aunque nos damos cuenta de que es algo baldío guardar trastos cuando los dejamos de utilizar “por si acaso” lo seguimos haciendo por inercia y ya no digo nada del papeleo, soy todavía peor de lo que era mi madre que ya es decir. Lo curioso es que estamos en plena era digital y ahí también operan nuestras manías recopilatorias, cuando llegan las limpiezas de dispositivos en mi caso suelen ser brutales. Desde que estoy en esta casa he ido guardando facturas, recibos, comunicados, nóminas, informes médicos etc, etc, y jamás he necesitado echar mano de ninguno de ellos así que probablemente la papelera se va a poner las botas. Por no mirar no miro ni los libros de instrucciones de los dispositivos que hay en casa, todo lo configuro a pelo cuando llega, eso si, guardar que no falte.
Si hacemos eso con nuestras cosas materiales imaginad lo que no haremos con los puntazos que tenemos instalados en nuestra memoria. Es muy jodido deshacerse de un recuerdo, más bien imposible así que si la pifiamos un día vamos a tener lamentos hasta que nos instalen en un tanatorio uniéndose a los de nuestros deudos, excepto para los de las risitas que conozco el percal. Nuestra memoria es una bicharraca de lo más mentiroso que hay, a medida que pasa el tiempo los recuerdos se transforman hasta el punto de que una caricia se vuelve un tortazo, añadimos detalles inexistentes o atribuimos cosas a gente que ni estaba en el momento del asunto. Eso resulta algo consolador porque si conoces ese secreto de los recuerdos ponerlos en duda sirve de alivio para los malos tragos aunque no conviene abusar. Los miembros del entorno son los que no olvidan exactamente la putada que les hiciste y ya puedes adornarte el asunto con flores y perfumes que cada vez que te vean te la van a clavar.
Todos tenemos un discurso mental y prácticamente nos pasa lo mismo, sufrimos baches que siempre siempre terminan siendo cráteres volcánicos como no los superemos de una manera eficaz. Hoy en día hay cantidad de técnicas de manipulación que son capaces de transformar la infancia feliz de una persona en una tragedia de acoso, eso lo he visto durante muchos años por aquí y siguen en la brecha aunque en esta época no les va a salir bien, demasiada playstation. Otros manipuladores profesionales son los vendedores de droga, hala oye que te lo vas a pasar chupi con estas pastillas que te regalo, ya me dirás. Los verdaderos especialistas en modelar la memoria de la gente son los medios de comunicación, la publicidad agresiva y la red atrapabobos: internet, últimamente la gente se lo cree todo y se leen periódicos, se ve la tele, se escucha radio o se navega en redes sin hacerse preguntas. Ni siquiera los libros están exentos de coñas interesadas, ahí tenéis la literatura de las grandes celebridades televisivas.
Ya pensaréis que soy un experto blindado ante esta morralla, pues no, a mi también me la meten y a veces doblada gracias a todos los sesgos que me tuve que tragar en mi educación. En los últimos tiempos he decidido poner un símbolo de interrogación al final de cada frase que oigo o leo pero creerme, no es ninguna garantía, aunque si que evitas muchos calentones. Tenemos también la desgracia de tener un personal público que parece sacado de una carroza de payasos de algún circo, todos los días se supera el hastío ante tanta comedia inútil y malas formas que contagian al rebaño. La actualidad cada vez se parece más a un capítulo de los Simpson y hay una disputa enorme por adjudicarse el papel de Homer. Mal camino llevamos porque las chapuzas políticas no suelen acabar bien, resulta complicado tener la cabeza fría en este ambiente tan cargado.
Tener el sistema nervioso comprometido no hace ninguna gracia, las conexiones de las neuronas pueden tener fallos inesperados que pueden ser muy gordos y en mi caso particular el cerebro tiende a encogerse, no me parece un síntoma preocupante ya que le pasa a todo el mundo al hacerse mayor, el problema es que yo haya empezado temprano. Cuando estudiaba tenía una buena capacidad y no tenía que esforzarme mucho, hasta que llegó la uni donde pagué mi vagancia estudiantil. Hoy en día me cuesta un poco más memorizar, a veces me quedo trabado en las conversaciones porque no me sale la palabra que quiero y se que conozco de puta madre. En estos años de enfermedad si que he notado algún desfase mental, nada importante y he percibido como se resentía la memoria aunque todo lo que tenía instalado por ahí antes del diagnóstico está fresco como una lechuga.
Los brotes son peligrosos para el coco, toda tu parafernalia mental se desmorona y no es como cuando te dan un disgusto sino como si te fallaran las pilas. Recuerdo el brote que me sacó del tiesto donde me quedé más plano que un folio sin poder articular un pensamiento coherente, tuvo que intervenir el neurólogo prescribiendo medicación antidepresiva. Los pseudobrotes posteriores no han minado mucho el ánimo, quizás porque desarrollas una especie de antivirus que evita que te desmorones, más que nada porque ya estás arrasado.
Con esas condiciones instaladas da un poco de miedo el ambiente actual donde todo el mundo quiere taladrarte el cráneo. Mi educación se formó en otra época y no tiene mucho que ver con lo que veo ahora en la gente a la que le saco veinte años. He ido viendo como depositaban el sistema educativo en la taza del baño y luego tiraban de la cadena, no me considero un privilegiado pero la manera con la que me dieron la educación te hacía espabilar mucho mejor que ahora donde la gente sale hundida de la escuela. No os toméis esta opinión como si yo fuese Aristóteles o alguien así, en mis tiempos también había bulling a saco y además cualquier profesor te sacudía de firme con la puta regla de un metro de madera. Que tiempos aquellos, solo daros el nombre de un profe os pondrá los pelos de punta: don Afiloquio, aquel hijo puta podría haber sido la mano derecha de Hitler.
Hay que ver como aguantamos las monsergas que nos endiñan aunque
es inevitable que mucha gente se hunda en el lodo haciendo caso a un
pelagatos. Mira que he tenido que aguantar pelmas a lo largo de mi vida
y al final me he quedado con el peor que había: yo mismo.
Todo el santo día están revolviéndonos el cerebro con un masajeo brutal
que esparce nuestras neuronas por el suelo y las pisotean a placer, todo
parece que se ha ideado para exprimirnos y en esta orgía mercantilista
que no esperen nada de mi, no tengo nada de zumo.
Este mundo loco de ofertas, chollos, ahorros y consumo inenarrable no
tiene mucho sitio para los escleróticos que ni siquiera pueden contratar
un seguro o una puta hipoteca. Sin embargo somos perfectamente
manipulables para que el tonto de turno se salga con la suya, pues
conmigo que no cuente.
Llevaba tiempo buscado esta animación en mi colección pero como
tengo tantas y no recordaba el título ni flowers oiga. Una historia simpática
que alegra un poco este ambiente tétrico.
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